Mini-libros **El pequeño dragón que no sabía volar**

**El pequeño dragón que no sabía volar**

Pip era un pequeño dragón verde esmeralda, con escamas tan brillantes como las piedras preciosas. Todos los demás dragones de su cueva aprendían a volar a los cinco años, lanzando llamaradas y surcando los cielos con gracia. Pip, sin embargo, solo lograba dar pequeños saltos torpes. Se sentía muy avergonzado. Cada mañana, Pip intentaba volar. Batía sus pequeñas alas con todas sus fuerzas, pero solo conseguía caer con un pequeño *plop* en el suelo de la cueva. Los otros dragones lo miraban con simpatía, pero él sentía que lo estaban juzgando. Su corazón latía fuerte y rápido. Un día, una sabia búho llamada Minerva vio a Pip llorar. Se acercó y le dijo con voz dulce: «Pip, querido, volar requiere práctica. No te preocupes si no lo consigues a la primera. ¡Todos empezamos de alguna manera!» Minerva le contó historias de otros animales que tardaron mucho en aprender sus habilidades. Minerva enseñó a Pip ejercicios para fortalecer sus alas. Lo animó a celebrar cada pequeño avance, aunque solo fuera un salto un poco más alto. Pip empezó a practicar con más confianza, sin miedo a fallar, aceptando los tropezones como parte del proceso. Poco a poco, Pip fue mejorando. Sus saltos se convirtieron en planeos cortos y, finalmente, en vuelos largos y elegantes. Se sentía orgulloso de sí mismo y ya no le importaba si cometía errores. Aprendió que la perfección no existe. Pip se convirtió en un dragón famoso por su valentía y su gran corazón. Enseñó a otros dragones jóvenes que no debían avergonzarse de sus errores. Que lo importante era intentarlo una y otra vez, celebrando cada pequeño triunfo. ¿Cómo se sentía Pip al principio?, ¿Qué le aconsejó Minerva?, ¿Qué hizo Pip para mejorar?, ¿Qué aprendió Pip sobre los errores y el éxito? **Reseña Educativa:** Este cuento, «El pequeño dragón que no sabía volar», es una herramienta ideal para trabajar la regulación emocional en niños de 6-7 años. La historia de Pip normaliza la imperfección y promueve el autorreforzamiento, enseñando a los pequeños la importancia de la perseverancia frente al fracaso. La figura de Minerva representa un modelo de apoyo emocional, fundamental para el desarrollo de la autoestima y la confianza en sí mismos. El cuento es ideal para fomentar conversaciones sobre el aprendizaje, la resiliencia, y la importancia de la práctica en el logro de objetivos. Su lenguaje sencillo y personajes entrañables lo convierten en una lectura amena y efectiva para el desarrollo socioemocional infantil.

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