La Bufanda Viajera Una vez, en un pueblo llamado Villa Alegre, existía una bufanda mágica tejida con hilos de sol y nubes. Era roja como las manzanas maduras, suave como el plumón de un cisne y cálida como el abrazo de una abuela. Un día de invierno muy frío, la bufanda salió volando de la cesta de la tejedora, Emilia, y comenzó su aventura.
Primero, la bufanda aterrizó sobre los hombros de un pequeño conejo llamado Benito, que estaba temblando de frío. Benito, agradecido, la usó para calentarse y jugar en la nieve. Luego, Benito se la regaló a una niña, Luisa, que se la encontró mientras recogía flores.
Luisa, que era muy buena, se la prestó a un viejo árbol, Roble, que tenía las ramas heladas. El Roble sintió el calor de la bufanda y sus hojas comenzaron a brillar con un color verde brillante.
Después, el viento llevó la bufanda hasta un grupo de pájaros, que la usaron para construir un nido más acogedor. Los pajaritos, cantando alegres, le dieron a la bufanda la energía de sus dulces melodías. Más tarde, la bufanda llegó a manos de un pastor, Andrés, que la usó para abrigar a sus ovejas durante una tormenta. Las ovejas, agradecidas, le dieron a la bufanda la suavidad de su lana. Finalmente, la bufanda regresó a Emilia, la tejedora, cargada de historias y llena de cariño. Emilia, feliz, la guardó como un tesoro, consciente de que la bufanda seguiría viajando y llevando alegría a quien la necesitase. ¿Qué aprendió Benito del frío? ¿Cómo ayudó Luisa a Roble? ¿Qué le dieron los pajaritos a la bufanda? ¿Qué significa el viaje de la bufanda para Emilia?
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