El muñeco de nieve perdido Tomás, un niño alegre como un gorrión en primavera, construyó un muñeco de nieve tan grande como él. Lo llamó Nieves. Una noche mágica, Nieves cobró vida. Sus ojos de carbón brillaban como estrellas y su sonrisa, hecha de una ramita, era radiante. ¡Nieves estaba vivo! Cuando amaneció, Tomás se había ido. Su familia se había mudado a otra ciudad, dejando a Nieves solo en el parque. Nieves sintió una tristeza tan fría como el hielo, un vacío en su corazón de zanahoria. Recordaba la risa de Tomás y el calor de sus manos mientras lo construía. Con su escoba de ramita, Nieves decidió buscar a Tomás. Caminó por caminos cubiertos de nieve, pasando por árboles cubiertos de escarcha que parecían gigantes de algodón. Conoció a un zorro astuto que le ofreció un trozo de queso, y a un búho sabio que le aconsejó seguir el rastro del aroma del chocolate caliente. El aroma del chocolate lo llevó hasta una estación de tren. Allí vio a Tomás, con un abri go rojo como un tomate y una taza humeante en sus manos. ¡Tomás! Nieves gritó con la voz más fuerte que pudo, un grito agudo como el silbido del viento. Tomás giró al oír el sonido. No lo podía creer. ¡Su muñeco de nieve se había movido! Corrió hacia Nieves y lo abrazó con fuerza, sintiendo el frío agradable de su cuerpo helado. La alegría llenó el corazón de ambos. Tomás prometió que nunca más dejaría a Nieves solo. Esa noche, volvieron a la casa nueva, juntos, y Nieves, aunque era de nieve, se sintió tan cálido como si estuviera envuelto en una manta de lana. Tomás le hizo un nuevo gorro y una bufanda. ¿Cómo se sintió Nieves cuando vio que Tomás se había ido? ¿Qué ayudó a Nieves a encontrar a Tomás? ¿Qué promesa le hizo Tomás a Nieves? ¿Cómo crees que se sentía Tomás al ver a su muñeco de nieve? Este cuento,
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