Mini-libros **El Erizo Gruñón y el Conejo Saltador**

**El Erizo Gruñón y el Conejo Saltador**

Ernesto el erizo era muy gruñón. Un día, el conejo Saltador, con su pelaje blanco como la nieve y su nariz rosada, intentó jugar con él. Ernesto, sin embargo, gruñó y se enrolló en una bola de púas, sin siquiera mirar al conejo. Saltador se sintió triste, pensando que Ernesto lo odiaba. Saltador, a pesar de la gruñona reacción, decidió dejar una cesta de zanahorias deliciosas cerca de la madriguera de Ernesto. Pensó que quizás Ernesto estaba teniendo un mal día. Le gustaba ayudar a sus amigos y siempre pensaba en los demás, incluso en los erizos gruñones. Al día siguiente, Ernesto encontró la cesta. El aroma de las zanahorias era irresistible. Probó una y ¡qué ricas estaban! Su gruñido se convirtió en un pequeño suspiro de satisfacción. Se comió todas las zanahorias, sintiendo un calorcito en su corazón. De repente, vio a Saltador saltando cerca. Ernesto, sintiéndose avergonzado por su comportamiento del día anterior, se acercó tímidamente. Saltador, con una sonrisa, le ofreció más zanahorias. Ernesto, con un pequeño suspiro, explicó que estaba preocupado por su cosecha de manzanas. Saltador, con su astucia, le ofreció su ayuda para recoger las manzanas. Así, los dos se convirtieron en los mejores amigos. Desde ese día, Ernesto dejó de ser tan gruñón. Aprendió que a veces, las acciones de los demás son guiadas por buenas intenciones, incluso si parecen un poco

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